EAAUKivbAeLMBAKzQZCg26dXMBt3val7ldyS0OAGDpqpitqnK6iMFZCruXNEb0sdsQZBFWtdn7AIwbDbhZB2TdtKNNSVtpYKcxL6yigJ3lKZC7r1AkGqel2GIfOOiYbJ7P3CrpijLZBZAeaM62byZAtZApfZAJ0eISHDQVZAShptPefNyKuolTEc4nqt
top of page

Falero, Oriente y las brujas

Estimados lectores:


En más de una ocasión hemos escuchado que nadie es profeta en su propia tierra. El caso del arte no es muy diferente ya que muchos artistas han tenido que salir de sus países de origen para crear un nombre con el propósito de regresar como los grandes representantes de su cultura. El caso del español Luis Ricardo Falero es y no la excepción.


Falero nació en Granada, España en el año de 1851 en el seno de una familia de alto poder económico. A los seis años lo mandaron a Richmond; Gran Bretaña y a los nueve fue su primera visita a París. Después de una breve estancia en la Armada Española, se decantó por los estudios de ingeniería, química y arte pero gracias a una serie de experimentos que salieron terriblemente mal, decidió que seguiría únicamente su verdadera pasión: el arte. Entre los años de 1877-1886 participó en los Salones de París1 con piezas altamente influenciadas por la astronomía, el ocultismo, la magia, la mística y la sensualidad de oriente.


Un gran ejemplo de este artista, poco -o más bien no- conocido en su tierra, que a mi parecer, abarcaría toda su línea de trabajo, es el cuadro titulado Brujas yendo al Sabbath (1878).



Lo primero que hay que mencionar de dicho cuadro es la composición, tal como se muestra en la imagen posterior, esta comienza en un espiral áurico desde el centro que se expande hasta los bordes. Segundo, la parte inferior central tiene una composición piramidal y tercero tiene una línea vertical que marca los personajes principales del cuadro así como la simetría en ambas mitades. Este tipo de composición, es totalmente matemática, esto impide que la mirada se pose en un lugar en específico causando el retorno continuo a todas las partes del cuadro.